Foto: Prensa Mincultura | Fiestas de Matachines, Guapi, Cauca.
En las orillas del Río Guapi, en el litoral del Pacífico colombiano, el 28 de diciembre no es un día cualquiera. Mientras el resto del país conmemora el día de los Santos Inocentes, Guapi se sumerge en una celebración única: las Fiestas de Matachines. Este carnaval, con sus raíces ancestrales, transforma la cotidianidad del pueblo en una hipérbola de color, música y tradición ancestral, siendo un homenaje a la herencia cultural afrodescendiente que define esta región del Cauca.
Por: Jefferson Montaño Palacio
Desde las primeras horas de la mañana, el bullicio en Guapi anuncia que algo especial está por suceder. Las calles del pueblo se llenan de hombres, mujeres y niños ataviados con disfraces vibrantes y máscaras artesanales, encarnando personajes míticos, caricaturescos y animales del bosque tropical.
Una tradición viva y bibrante
El epicentro de la festividad es el desfile de matachines, figuras que danzan al ritmo de la marimba, los tambores y los cununos, instrumentos emblemáticos del Pacífico colombiano. Cada paso y cada movimiento cuentan historias, mezclando la picardía de los personajes con la destreza de los bailarines.
Raíces de resistencia y celebració
Los orígenes de las Fiestas de Matachines se remontan a tiempos de la colonia, cuando los esclavizados, en medio del dolor y la opresión, encontraron en la música y la danza una forma de resistencia. Lo que comenzó como un ritual de supervivencia se transformó con el tiempo en una celebración de identidad y orgullo, transmitida de generación en generación.
Hoy, las fiestas son una afirmación cultural que mezcla elementos religiosos, profanos y comunitarios. Aunque su carácter jocoso pueda parecer irreverente, para los guapireños, esta es una fecha sagrada donde se honra la memoria de los ancestros y se fortalece el sentido de pertenencia.
Una exploción de arte y comunidad
El ambiente festivo se intensifica a medida que avanza el día. Por las calles, se despliega un verdadero espectáculo de creatividad; enormes carrozas decoradas con motivos alusivos al Pacífico, comparsas que representan situaciones cómicas o críticas, y personajes icónicos como el diablo, la muerte y los matachines.
El juego de agua, harina y pintura, una tradición inseparable de la fiesta en donde convierte a Guapi en un campo de risas y diversión, donde las jerarquías se diluyen y todos, locales y visitantes, se sienten parte de un mismo latido.
Más allá de la fiesta
Las fiestas de Matachines no son solo una celebración; son un recordatorio de la riqueza cultural y espiritual del Pacífico colombiano. En un contexto marcado por la resiliencia frente a la adversidad, estas festividades son una afirmación de vida y esperanza.
Cada 28 de diciembre, Guapi no solo honra a los
inocentes; honra a su historia, su gente y su futuro. Las Fiestas de Matachines
son, en esencia, un grito de alegría que resuena en el alma de un pueblo que
nunca deja de bailar al ritmo de su propia identidad ancestral.
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