Muere corresponsal de guerra alcanzada por explosión de mina en Belgorod, Ucrania
La periodista rusa Anna Prokófieva,
corresponsal de guerra de la cadena pública Pervi Kanal, perdió la vida el miércoles
26 de marzo tras la detonación de una mina en la región fronteriza de Bélgorod.
En el mismo incidente, su camarógrafo, Dmitri Volkov, resultó gravemente
herido. Esta tragedia vuelve a poner sobre la mesa el alto riesgo que enfrentan
los periodistas en zonas de conflicto y reaviva el debate sobre la
responsabilidad de los actores involucrados en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Por: Isabel Cortés
Una tragedia
en el frente informativo.
De acuerdo con Pervi Kanal, Prokófieva, de 35
años, se encontraba documentando la situación en la región cuando la explosión
sacudió su equipo. Era una periodista que no temía adentrarse en los escenarios
más crudos del conflicto y era conocida por su respaldo a la ofensiva rusa en
Ucrania. Antes de trabajar para Pervi Kanal, había sido parte del equipo de
Russia Today en español, ganándose un nombre en la cobertura internacional.
El ataque ocurre en un momento de tensión
creciente en Bélgorod, una zona que en las últimas semanas ha sido testigo de
incursiones por parte de fuerzas ucranianas. El Ministerio de Defensa ruso ha
declarado que el ataque fue deliberado y ha culpado a Ucrania, mientras que la
portavoz de Exteriores, María Zajárova, afirmó que se trata de un intento
premeditado de silenciar a los periodistas. “El régimen de Kiev destruye
deliberadamente a reporteros y los principios internacionales que los
protegen”, denunció.
El
periodismo en la línea de fuego.
El fallecimiento de Prokófieva se suma a una
larga lista de reporteros que han perdido la vida cubriendo esta guerra. Tan
solo dos días antes, un ataque con misil en Lugansk mató a los periodistas
rusos Aleksandr Fedorchak y Andrei Panov, dejando además gravemente herido a
Nikita Guldin, de la cadena Zvezdá.
El Comité para la Protección de los
Periodistas (CPJ) ha alertado sobre el aumento de la violencia contra la prensa
en esta guerra y ha reiterado la necesidad de respetar el derecho humanitario
internacional. No obstante, en un conflicto donde las minas proliferan en zonas
civiles y militares, los periodistas están cada vez más expuestos.
Minas y
responsabilidad en el conflicto.
El uso de minas antipersona es una de las
prácticas más cuestionadas de este conflicto. Ni Rusia ni Ucrania han
ratificado el Tratado de Ottawa, que prohíbe su uso, y ambas partes han sido
acusadas de emplearlas en territorios donde civiles y trabajadores humanitarios
corren grave peligro.
Según Human Rights Watch, hay pruebas de que
tanto fuerzas rusas como ucranianas han colocado minas en distintas regiones.
En 2023, la organización documentó su uso en zonas ocupadas por Rusia, así como
en operaciones de contraofensiva por parte de Ucrania. La muerte de Prokófieva
aviva la indignación en torno a estas prácticas que no solo han matado a
combatientes, sino también a periodistas, voluntarios y personal médico.
Un ejemplo de esto es April Huggett, una médica de combate canadiense que decidió viajar a Ucrania para ayudar. “Miré a mis hijos y supe que tenía que hacer algo”, relató en una entrevista reciente. Desde su llegada, ha trabajado en hospitales de campaña, atendiendo a soldados y civiles heridos en condiciones extremas, con pocos suministros y en entornos de alto riesgo. “El miedo siempre está presente, pero la determinación de la gente aquí es inquebrantable”, afirmó.
Video de algunas imágenes con vida de la reportera de guerra.
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras y la
Cruz Roja han denunciado ataques a infraestructuras médicas, lo que constituye
una clara violación del derecho internacional humanitario. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), desde el inicio de la invasión rusa se
han registrado más de 1,000 ataques contra hospitales en Ucrania. “Los
hospitales no deberían ser objetivos”, insiste Huggett. “Pero aquí, el respeto
por el derecho humanitario es casi inexistente”.
El gobierno canadiense ha sido uno de los
mayores aliados de Ucrania, brindando miles de millones de dólares en ayuda
humanitaria y militar. Además, ha implementado un programa especial que ha
permitido que más de 250,000 ucranianos busquen refugio en el país. Sin
embargo, la doctora Huggett teme el regreso. “No sé cómo podré volver a una
vida normal después de esto”, confiesa, señalando la falta de apoyo para los
voluntarios que regresan de zonas de guerra.
Un
conflicto sin tregua.
Mientras tanto, la guerra sigue sin señales de
resolverse. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha firmado una ley que
permite el despliegue de tropas en el extranjero bajo la ley marcial, en un
intento por fortalecer alianzas militares y mejorar la defensa del país. Sin
embargo, esto también genera preocupación sobre una posible escalada del
conflicto.
Por su parte, Rusia mantiene su postura de no
negociar con Ucrania mientras continúen los ataques contra territorios anexados
y regiones fronterizas como Bélgorod y Kursk. En el terreno, los
enfrentamientos son constantes, afectando tanto a civiles como a trabajadores
de prensa.
La urgente
protección de los periodistas.
Organizaciones como la Federación
Internacional de Periodistas (FIP) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) han vuelto
a hacer un llamado para que los periodistas en zonas de guerra sean protegidos.
La ONU ha instado a todas las partes a respetar las convenciones
internacionales y evitar ataques contra la prensa.
La muerte de Anna Prokófieva es un
recordatorio del precio que muchos periodistas pagan por contar la verdad desde
el frente. En una guerra donde la información es una herramienta de poder,
garantizar la seguridad de los reporteros es fundamental no solo por una
cuestión de derechos humanos, sino también por el derecho de la sociedad a
saber qué está ocurriendo realmente.
Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de
exigir a los gobiernos y organismos internacionales que fortalezcan las medidas
de protección para los periodistas en zonas de conflicto. Sin información libre
y segura, la democracia y la paz quedan en riesgo.
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